jueves, 6 de enero de 2022

EL GRITO SILENCIOSO

Ya al final de las fiestas se me antoja triste el año que se ha iniciado ante la insidiosa costumbre a mi alrededor de la ofensa, el egoísmo y la idolatría del yo, la muerte diaria de mis mas simples buenos deseos de acercar a todos y la imposibilidad de usar la palabra para sellar de una vez por todas las diferencias y los malentendidos.

En los últimos tiempos, de unos años para acá, se ve públicamente como la masa ya no aprecia lo normal, lo veraz, la ceremonia que es humana, se destierra de la vida publica, para mostrarse el sentimiento puro individualista, considerándose el trato educado, como de otro tiempo retrogrado y viejo, como una falta de educación o simplemente un insulto, se presta a holgar la plebe en todo lo superfluo, se sumerge en el mal gusto por simpatizar y ser aceptado por el común hasta llegar a la mas vil de las acciones que la de utilizar con placer la mentira y el mal.

La palabra, que como fantasma se silencia, se guarda como monstruo en habitaciones obscuras, que antes se escribía sobre vírgenes papeles blancos ahora se plasma sin ninguna pulcritud sobre pantallas que iluminan los ojos de gentes que no se reconocen en sus antepasados ni en su inteligencia.

Los llantos, los sufrimientos y sacrificios de aquellas gentes que escribían, rezaban y cantaban con la palabra fiel, que no temblaba ni flaqueaba en su propósito mas intimo era hasta el fin respetuosa por que se hacia desde la fe, la razón y la verdad.

Encerrados en nuestras casas por esta desgraciada pandemia, con rebrotes y brotes continuos, se pone a prueba nuestras fortalezas y nuestra debilidades, a la vista de mundo, sin duda ignorados por todos nosotros, que en vez de buscar en nuestro conocimiento adquirido en el tiempo, no solo el de nuestras familias, sino también en el adquirido en nuestra educación cotidiana nos obstinamos y nos revolcamos en el lodazal de la ignorancia y la incomprensión.

 


Y así con mi silencio, llamo a una mirada interior, a recuperar la palabra para ver con lucidez la realidad, un grito silencioso, por que los silencios dicen mucho mas que las palabras que no dicen nada, por que cuando llegue el momento de la palabra, sera la palabra que cambie todo, la que levante del letargo a esa gente que sepa entenderla, volveremos a pasear junto a los álamos del rio y sentiremos el amor como antaño, como cuando regalábamos flores con sentimientos fieles y veraces.


Pero hasta que lleguemos a eso, silencio.